...como un vicio eterno es el tiempo [Part II]


Alguna vez ella también fue inocente, alguna vez ella también soñó y sonrió puramente justo como todos pero algo tan simple como el deseo lo mato todo. El deseo calla a la razón, el deseo nubla la visión, el deseo te hace sentir vivo para luego secarte el alma…el deseo no te deja ver a la madre de todas las cosas.

El está ilógicamente enamorado de ella, no sabe ni porque, sólo sabe que alcanzarla le es imposible, quizás es sólo por eso que la sueña, únicamente para sentir la esperanza de que conseguirla seria una hazaña o quizás porque puede ver algo en ella que nadie más puede ver…pero seamos claros, es un hombre, los hombres no suelen ver “mas allá” muy a menudo; por lo general se centran en su primitiva y hedonista necesidad de placer (sin compromiso) sin embargo, el la observa con mirada tierna y profunda, va al parque todos los días a verla y ella aparenta no enterarse de nada…

Ella esta sentada en la colina, recostada en el tronco de un árbol, el atardecer sonroja su pelo claro hasta que la sombra de los edificios comienza a crecer como un gigante. El por su parte hace el mismo retrato de ella todos los días como si fuera un ritual, un lobo aullando a la luna, le resulta sagrada su imagen…

Ella, la de nombre prestado se levanta una vez las sombras anuncian que ya es muy tarde, pasa por su lado y sabe de antemano que él ha estado y está allí pero nunca le dirá una palabra, sencillamente son dos extraños acompañándose desde la distancia, en un inmaculado silencio que proviene del alma… o tal vez se trata de que ninguno de los dos sabe que decir.

<< ¿Cómo puede ella ser tan real e ilusoria a la vez? Como un espacio intermedio en el limbo de los sueños… ¿que será lo que observan sus ojos todo ese tiempo cada tarde?>> esos son sus pensamientos mientras la dibuja, tanta obsesión asustaría sino fuera por el sentimiento de ternura que lo acompaña…

“Por ahora esto es lo único que puedo ver”

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